Era una noche cualquiera, como todas las noches antes de
lo inevitable. Había pasado una tarde interesante, ella y su compañera,
hablaban de cosas rutinarias, la salud, el clima, cómo es que había cambiado
aquella pequeña ciudad.
Salían ya tarde de haber comprado todo.
-
¿Volverás a estudiar, Mar?
-
Claro, es lo normal ¿no?
Su respuesta se había tardado, pero no sabía que más
decir, a esa altura de su vida no tenía nada planeado, y todo le daba lo mismo,
estudiar o no era una decisión innata, como si no hubiera otra alternativa.
Pero esto era totalmente justificable ya que a Mariela nada le había salido
bien. Todo había empezado unos 5 años atrás, cuando ella sabía exactamente lo
que quería y como lo hiria a conseguir, tenía unos planes cualquiera, como
cualquiera que pensara como ella.
-
Aquella casaca te sienta bien
-
Ah, sí. Qué bonita
-
Hoy no estás muy animada ¿no? –Laura
advirtió el poco interés de su amiga y cambio el tema - Y ¿Cómo estará Raul?
Raul, esta pregunta tenía más trasfondo para Mariela del
que Laura se hubiera imaginado. Mariela tenía la mirada perdida, aquella
pregunta no tenía nada que ver con esa noche. “Demonios, como es que me
pregunta por Raul, ya son dos años y esto no tiene que ver con él ¿ O acaso el
vende ropa ?, ¿es que aún no lo supera? Todos los seres humanos son así,
débiles. No, yo no quiero acabar así, atada a una persona y depender
emocionalmente de ella, no podría vivir así, no quiero vivir así ¿Acaso todos
necesitamos a una persona con quien congeniar? Nadie es perfecto y en algún momento te fallan ¿Y luego ? Terminaré
como ella, miserable, triste, desolada, yo no quiero…
Laura la miro de soslayo y advirtió la debilidad de su
amiga.
-
¿Te encuentras bien? – La detuvo y miro
fijamente sus ojos
-
Claro ¿Por qué? –Demonios, si me intenta
interrogar salgo corriendo, no permitiré que ella invada mis cavilaciones.
-
Porque no me contestaste lo de Raul
-
Bueno supongo que está bien, yo que sé, ¿Lo volviste a llamar? –Seguro que sí, eres
débil, estas enamorada, lo puedo ver en tus ojos, solo contéstame y déjame
pensar.
-
Pues yo…
EL ambienta se había quebrado, Laura bajo la mirada y
recordó los maravillosos tres años que según ella paso con Raul, y como le dolía
su ausencia. Mariela siguió caminando.
De pronto se encontraron afuera, las dos calladas. –
Vamos a tomar un café-Corto intempestivamente Laura.
Se dirigían a la cafetería de siempre, ambas conocían el
camino así que ninguna replico. Eran pasadas las nueve de la noche y el aire
era gélido, doblaron la esquina con la calle principal y se encontraron con una
escena desconcertante. En el edificio de electrodomésticos salía un joven de
unos veinticinco años, tenía un arma que apuntaba contra una señora –
¡Desgraciada ahora te vas a morir! ¿Por qué lo hiciste?
-Oh por Dios, ¡Mariela vámonos! – Mariela estaba absorta,
la escena la había dejado inmóvil – ¡Muévete!
- Espera, tal vez podamos ayudar- ¿Qué? ¿Estás loca?
Mariela miro de tal manera a Laura que la obligo a
soltarla.
-
Vieja estúpida, te dije que no llamaras
a nadie ¿Ves esto? Ahora todos están en peligro por tu culpa.
-
¡No! ¡Por favor…
-
Ahora si tienes miedo, idiota, debiste
pensar en eso antes de llamar a la policía ¡Ahora te moriras aquí! Como la
rastrera y vieja que eres.
Mariela evaluaba la situación, era claro que la señora
había hecho algo estúpido y merecía
morir, porque no tubo cuidado, porque si hubiera hecho las cosas con más
cuidado, tal vez no se encontraría en tan miserable posición.
-
Espera… -Languideció su voz y se
arrepintió
-
¿Qué? – El joven la miro desconcertado, tal
vez el miedo y la adrenalina lo habían vuelto un poco más loco de lo que ya
estaba
-
No… No la mates-Todas las personas la
miraron, incrédulas, no sabían que estaba pasando y pensaron que tal vez se
trataba de algún familiar
-
¿Tu eres su hija? No, tal vez hasta seas
la nieta.
-
No
-
¿Entonces? ¿Qué quieres?
-
No la mates
Mariela lo vio a los ojos, no tenía tanto miedo como los
demás, ya se había acostumbrado a la idea de la muerte. Y Tal vez solo la
buscaba, ya que en dos ocasiones le había sido esquiva cuando más la deseaba.
Ahora no sabía si quería morir, pero tampoco estaba segura de seguir viviendo. Sentía
que estaba en un incómodo limbo.
-
¿Quién eres?- Pregunto el joven,
contestando su mirada, y también perdiéndose en ese par castaño que lo había
atrapado por completo.
-
Mariela, no la mates
-
Entonces ¿Qué quieres que haga?, si no
fuera por esta mujer,, todo estaría bien, ¿sabes? Yo no tenía la intención de
herir a alguien, pero la estúpida decidió ser la heroína y ahora todo se complicó…
Mariela, seguía observándolo con aquel vacío en los ojos
que la caracterizaba, ni siquiera pensó en la escena, en su cabeza rondaba la
idea de la muerte y cuan cerca la tenía. Resolvió que no la dejaría ir.
-
No la mates, no llegaras a nada con eso,
la policía está por llegar.
-
Mariela, este no es tu asunto ¡vámonos!-
Laura estaba a punto de crisis, le jaloneaba el abrigo como un niño, pero
Mariela se puso rígida y no la miro.
Las personas empezaron a inquietarse, gritaban toda clase
de cosas, tenían pena de aquella joven. Al parecer todos sabían que era su fin.
-
¿Porque quieres morir hoy Mariela?
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