domingo, 18 de agosto de 2013

Intermedio


Era una noche cualquiera, como todas las noches antes de lo inevitable. Había pasado una tarde interesante, ella y su compañera, hablaban de cosas rutinarias, la salud, el clima, cómo es que había cambiado aquella pequeña ciudad.
Salían ya tarde de haber comprado todo.
-          ¿Volverás a estudiar, Mar?
-          Claro, es lo normal ¿no?
Su respuesta se había tardado, pero no sabía que más decir, a esa altura de su vida no tenía nada planeado, y todo le daba lo mismo, estudiar o no era una decisión innata, como si no hubiera otra alternativa. Pero esto era totalmente justificable ya que a Mariela nada le había salido bien. Todo había empezado unos 5 años atrás, cuando ella sabía exactamente lo que quería y como lo hiria a conseguir, tenía unos planes cualquiera, como cualquiera que pensara como ella.
-          Aquella casaca te sienta bien
-          Ah, sí. Qué bonita
-          Hoy no estás muy animada ¿no? –Laura advirtió el poco interés de su amiga y cambio el tema - Y ¿Cómo estará Raul?
Raul, esta pregunta tenía más trasfondo para Mariela del que Laura se hubiera imaginado. Mariela tenía la mirada perdida, aquella pregunta no tenía nada que ver con esa noche. “Demonios, como es que me pregunta por Raul, ya son dos años y esto no tiene que ver con él ¿ O acaso el vende ropa ?, ¿es que aún no lo supera? Todos los seres humanos son así, débiles. No, yo no quiero acabar así, atada a una persona y depender emocionalmente de ella, no podría vivir así, no quiero vivir así ¿Acaso todos necesitamos a una persona con quien congeniar? Nadie es perfecto y  en algún momento te fallan ¿Y luego ? Terminaré como ella, miserable, triste, desolada, yo no quiero…
Laura la miro de soslayo y advirtió la debilidad de su amiga.
-          ¿Te encuentras bien? – La detuvo y miro fijamente sus ojos
-          Claro ¿Por qué? –Demonios, si me intenta interrogar salgo corriendo, no permitiré que ella invada mis cavilaciones.
-          Porque no me contestaste lo de Raul
-          Bueno supongo que está bien, yo que sé,  ¿Lo volviste a llamar? –Seguro que sí, eres débil, estas enamorada, lo puedo ver en tus ojos, solo contéstame y déjame pensar.
-          Pues yo…
EL ambienta se había quebrado, Laura bajo la mirada y recordó los maravillosos tres años que según ella paso con Raul, y como le dolía su ausencia. Mariela siguió caminando.
De pronto se encontraron afuera, las dos calladas. – Vamos a tomar un café-Corto intempestivamente Laura.
Se dirigían a la cafetería de siempre, ambas conocían el camino así que ninguna replico. Eran pasadas las nueve de la noche y el aire era gélido, doblaron la esquina con la calle principal y se encontraron con una escena desconcertante. En el edificio de electrodomésticos salía un joven de unos veinticinco años, tenía un arma que apuntaba contra una señora – ¡Desgraciada ahora te vas a morir! ¿Por qué lo hiciste?
-Oh por Dios, ¡Mariela vámonos! – Mariela estaba absorta, la escena la había dejado inmóvil – ¡Muévete!
- Espera, tal vez podamos ayudar- ¿Qué? ¿Estás loca?
Mariela miro de tal manera a Laura que la obligo a soltarla.
-          Vieja estúpida, te dije que no llamaras a nadie ¿Ves esto? Ahora todos están en peligro por tu culpa.
-          ¡No! ¡Por favor…
-          Ahora si tienes miedo, idiota, debiste pensar en eso antes de llamar a la policía ¡Ahora te moriras aquí! Como la rastrera y vieja que eres.
Mariela evaluaba la situación, era claro que la señora había hecho algo estúpido y  merecía morir, porque no tubo cuidado, porque si hubiera hecho las cosas con más cuidado, tal vez no se encontraría en tan miserable posición.
-          Espera… -Languideció su voz y se arrepintió
-          ¿Qué? – El joven la miro desconcertado, tal vez el miedo y la adrenalina lo habían vuelto un poco más loco de lo que ya estaba
-          No… No la mates-Todas las personas la miraron, incrédulas, no sabían que estaba pasando y pensaron que tal vez se trataba de algún familiar
-          ¿Tu eres su hija? No, tal vez hasta seas la nieta.
-          No
-          ¿Entonces? ¿Qué quieres?
-          No la mates
Mariela lo vio a los ojos, no tenía tanto miedo como los demás, ya se había acostumbrado a la idea de la muerte. Y Tal vez solo la buscaba, ya que en dos ocasiones le había sido esquiva cuando más la deseaba. Ahora no sabía si quería morir, pero tampoco estaba segura de seguir viviendo. Sentía que estaba en un incómodo limbo.
-          ¿Quién eres?- Pregunto el joven, contestando su mirada, y también perdiéndose en ese par castaño que lo había atrapado por completo.
-          Mariela, no la mates
-          Entonces ¿Qué quieres que haga?, si no fuera por esta mujer,, todo estaría bien, ¿sabes? Yo no tenía la intención de herir a alguien, pero la estúpida decidió ser la heroína y ahora todo se complicó…
Mariela, seguía observándolo con aquel vacío en los ojos que la caracterizaba, ni siquiera pensó en la escena, en su cabeza rondaba la idea de la muerte y cuan cerca la tenía. Resolvió que no la dejaría ir.
-          No la mates, no llegaras a nada con eso, la policía está por llegar.
-          Mariela, este no es tu asunto ¡vámonos!- Laura estaba a punto de crisis, le jaloneaba el abrigo como un niño, pero Mariela se puso rígida y no la miro.
Las personas empezaron a inquietarse, gritaban toda clase de cosas, tenían pena de aquella joven. Al parecer todos sabían que era su fin.

-          ¿Porque quieres morir hoy Mariela? 

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